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Liderazgo Ascendente: Más Allá del Rol Tradicional del Jefe

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Liderazgo Ascendente: Más Allá del Rol Tradicional del Jefe

Este fin de semana, mientras revisaba una de las pocas newsletters a las que estoy suscrito, me topé con una edición particularmente interesante de La Bonillista. Esta newsletter, que generalmente aborda temas relacionados con la tecnología y los negocios digitales, me sorprendió gratamente al tratar un aspecto del liderazgo que a menudo se pasa por alto: el "liderazgo ascendente".

El post de esta semana no se limita a los clichés habituales sobre lo que hace a un buen líder; en cambio, profundiza en un concepto que, aunque puede parecer poco convencional, resulta esencial para la evolución y el éxito de cualquier equipo: el liderazgo ascendente.

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Este concepto resuena profundamente conmigo, ya que, sin darme cuenta, es algo que he estado practicando durante mucho tiempo. En mi día a día como ingeniero, he aprendido que no solo se me paga por lo que hago, sino también por lo que sé. Mi experiencia y conocimiento me han llevado a cuestionar las decisiones que, a mi juicio, podrían beneficiarse de un enfoque diferente, incluso si eso significa desafiar el status quo. A veces, esto requiere una cierta dosis de insistencia, pero lo hago con la convicción de que es mi deber comunicarlo, tanto a mis compañeros como, en ocasiones, a mis superiores.

No se trata de arrogancia ni de falsa modestia. Es simplemente una cuestión de responsabilidad profesional. Como ingeniero, considero que mi trabajo no se limita a ejecutar instrucciones; también incluye proponer ideas y debatir soluciones. No me conformo con aceptar sin cuestionar lo que se me pide, especialmente cuando esas soluciones provienen de personas que pueden no tener un entendimiento completo de lo que implica la tarea o de lo que se podría lograr.

El liderazgo ascendente no es solo proponer ideas; también implica estar dispuesto a tomar responsabilidad por las decisiones que estamos impulsando. Cuando defendemos una visión o un enfoque específico, nos estamos comprometiendo a hacer lo necesario para que esa idea se materialice con éxito. Esto significa estar preparados para enfrentar los desafíos que puedan surgir y responder por los resultados, ya sean positivos o negativos. Es un compromiso total con la excelencia y la mejora continua.

En un equipo de desarrollo de software, todos debemos sentir que formamos parte integral del producto que estamos construyendo. El liderazgo, en este contexto, no puede ni debe ser un monólogo desde arriba. Ningún jefe, por competente que sea, puede saberlo todo o tener una visión completa de todos los aspectos de un proyecto. Es aquí donde el liderazgo ascendente cobra sentido: los que trabajamos en áreas tecnológicas específicas y estamos inmersos en los detalles del día a día tenemos el deber de ofrecer nuestra perspectiva y, cuando es necesario, sugerir o incluso insistir en la dirección que debería tomarse.

Es crucial reconocer que no todas las empresas están preparadas para adoptar o fomentar el concepto de liderazgo ascendente. Algunas organizaciones mantienen estructuras jerárquicas rígidas donde las decisiones se toman desde arriba y el margen para que los ingenieros y otros miembros del equipo aporten ideas o cuestionen decisiones es limitado. Sin embargo, como ingeniero, tienes un papel fundamental en la promoción de este tipo de liderazgo, incluso en entornos que no lo facilitan de manera natural.

Lo primero y más importante es identificar las oportunidades para crear un espacio donde este tipo de liderazgo pueda florecer. Esto puede implicar abrir canales de comunicación más fluidos con tus superiores, proponiendo reuniones regulares para discutir ideas y mejoras, o incluso sugiriendo procesos de revisión colaborativa donde todas las voces puedan ser escuchadas. El objetivo es garantizar que, aunque la estructura de la empresa no lo promueva activamente, se comiencen a plantar las semillas de un entorno donde el liderazgo ascendente pueda prosperar.

Sin embargo, crear ese espacio es solo el primer paso. Como ingeniero, también debes tener el valor y la responsabilidad de llevar adelante este tipo de liderazgo. Esto significa estar dispuesto a proponer ideas y defenderlas, incluso sabiendo que no siempre acertarás. Es fundamental aceptar que el fracaso es una posibilidad real, y en lugar de temerlo, debes verlo como una oportunidad de aprendizaje. El fallo no debe ser visto como un fin, sino como un medio para mejorar. Cada error cometido es una lección que, cuando se comparte y se analiza en equipo, contribuye a que esos fallos sean cada vez menores y menos costosos para el proyecto y la organización.

Es cierto que muchas veces el miedo a fallar puede paralizar la iniciativa, pero es precisamente en esos momentos cuando el verdadero liderazgo ascendente se pone a prueba. El liderazgo no consiste en evitar errores a toda costa, sino en aprender de ellos y seguir adelante con más conocimiento y experiencia. Al asumir la responsabilidad de tus decisiones y sus consecuencias, te posicionas no solo como un ejecutor de tareas, sino como un verdadero líder dentro de tu equipo. Este tipo de actitud fomenta una cultura de mejora continua, donde el equipo, en lugar de temer al error, se compromete a aprender de él y a crecer juntos.

En resumen, si bien no todas las empresas están listas para el liderazgo ascendente, como ingeniero tienes el deber de buscar la manera de implementarlo y promoverlo en tu entorno. Esto requiere tanto la creación de espacios para que el liderazgo pueda emerger como el coraje para asumir la responsabilidad que conlleva. Al hacerlo, no solo mejorarás como profesional, sino que contribuirás al desarrollo de una cultura organizacional más robusta, resiliente y orientada al aprendizaje continuo.

El liderazgo ascendente es, en última instancia, un acto de colaboración y respeto. No se trata de imponer ideas, sino de aportar nuestro conocimiento con asertividad y responsabilidad, contribuyendo así a la toma de decisiones más informadas y efectivas. Es un recordatorio de que el liderazgo no es unidimensional, y que en un entorno verdaderamente colaborativo, todos tenemos algo valioso que ofrecer, independientemente de nuestro lugar en el organigrama.

Por cierto, te recomiendo suscribirte a La Bonillista.